Esta entrega de Máquina Extraordinaria es muy distinta a las de siempre y sumamente personal. Si buscan lo habitual (links y comentarios sobre medios y tech) abandonen acá, hoy la cosa no va por ahí.
El lunes falleció Loli, mi mejor amiga. Tenía 33 años. Es un desastre de una magnitud inmensa que me costará asimilar, cada 15 minutos encuentro un nuevo motivo para llorar. Pero se me ocurrió que escribir algo sobre ella y nuestra relación puede ayudarme a bajar a tierra lo que siento. Al dolor no lo voy a poder evadir y me acompañará por mucho tiempo pero creo que hay motivos para compartir este texto con ustedes.
Loli era una de esas personas que iluminan cualquier situación. Un ser radiante que gustaba de la vida y las personas. Desde el momento en el que la conocí, hace más de 15 años, me incluyó en su vida y se metió en la mía con ganas. Éramos estudiantes con apenas 20 años que no sabíamos bien qué queríamos pero íbamos para adelante riéndonos, con cervezas y mates en el medio.
Si hay una cosa que tiene sentido contarles sobre Loli, más allá del cariño enorme que nos teníamos, es la confianza en mí mismo que generó, algo que yo no tenía en absoluto. Siempre fui un pibe medio tímido que iba haciendo las cosas como pidiendo disculpas. Aún conservo algo de eso pero es mínimo comparado con el manojo de inseguridades que supe ser. Y ese cambio, en gran parte, es gracias a Loli.
En algún momento de mi vida empecé a vislumbrar que mi camino iba a venir por el lado de los medios y la comunicación. Comencé a andar proyectos e ideas que llevaba adelante con compañeros o en soledad. Loli siempre estuvo ahí dándome su apoyo y felicitándome. Quiero remarcar esto: no era una persona crítica ni cumplía el rol de editora. Solo me felicitaba y me alentaba a que siguiera haciendo lo que ella veía que yo quería hacer. Me daba el apoyo que da una amiga, nada más y nada menos que eso.
Creo que la mayoría de las personas cuando leemos sobre el síndrome del impostor por primera vez decimos: “¡Claro! Eso me pasa a mí.”. Para poder evitarlo y seguir adelante hacen falta personas como Loli. Gente que nos acompañe y nos diga que tiene sentido continuar. Que está bueno lo que hacemos y que nos felicite, por más que solo sea para vernos contentos.
Estuvo en los primeros eventos de Parque Podcast. Escuchaba los primeros programas de radio online en los que supe estar, en emisoras insólitas. Me comentaba en tiempo real por WhatsApp las cosas que decíamos al aire. En nuestro chat no había casi nunca un “hola”, era una conversación que había arrancado hace años y no hacía falta ordenar.
Más de una vez caí a sus cumpleaños en el que aparecían un montón de personas (qué manera de tener gente que la quería) y cuando me saludaban me decían “Loli me contó de los podcasts, muy bueno” o “Loli me pasó tu nota, me encantó”. Por acá hemos hablado del trabajo de hormiga que hay que hacer a veces para que nuestro trabajo llegue a la gente. Loli lo hacía por mí sin que yo le pidiera nada, solo porque me quería.
Leí muchas veces por ahí que uno va construyendo su persona a partir de las personas con las que pasa el tiempo. De quienes nos rodeamos nos nutrimos para dar forma a nuestra vida. Creo que a partir de ahora seré un poco peor, un poco más débil y un poco más inseguro porque Loli no está más. Pese a eso, estoy contento de que haya pasado por mi vida porque me transformó de una manera que casi nadie más pudo.
Donde estés: te amo y te voy a extrañar, cachetona.
Alan querido. Me sale replicar el efecto Loli y simplemente felicitarte, decirte que sigas haciendo lo que te gusta porque se nota que te gusta. Me encanta leerte, incluso cuando hablás de cosas que no entiendo o no son mi área de interés necesariamente.
Pero por sobre todo, me recontra cago del gusto de poder ser parte del camino que va andando el "pibe medio tímido que iba haciendo las cosas como pidiendo disculpas" que conocí. Disfruto saber en qué proyectos andás y acompañar aaalllgo de esos procesos. No tendremos el impacto de Loli en tu vida, pero te aseguro que somos muchos los que estamos orgullosos de vos y los que encontramos valor en lo que hacés. Te mando un abrazo apretado.
Alan querido, qué dolor inmenso, te mando un abrazo enorme.